'Documentos en la onda' 2017

 

> Carta de horro que concede la libertad al esclavo Luis

Emisora: Onda Madrid
Programa: Hoy en Madrid
Fecha: 29 de junio de 2017

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ENTREVISTA A NIEVES SOBRINO EN ONDA MADRID

'Hoy en Madrid', 29 de octubre de 2017.

 

Libertad sin nada a cambio
El documento que se comenta, conservado en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, es una 'carta de horro y libertad', es decir, un documento que redacta un escribano público (antecedente del actual notario) a través del cual un amo libera a su esclavo, bien de forma “graciosa”, es decir, sin nada a cambio, o bien mediante el pago por parte del esclavo de un precio acordado con su propietario. Esto último era posible porque muchos esclavos trabajaban como asalariados de otras personas, de manera que el amo se quedaba con parte de los ingresos que recibían de este trabajo y con el resto el esclavo podía ir reuniendo la cantidad que acordara con su amo para pagar su libertad.

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En este caso concreto, el documento, fechado en 1672, explica cómo Juan Enríquez de Navarra, Caballero de la Orden de Santiago, concede libertad absoluta y perpetua, sin pago previo alguno, a un esclavo de su propiedad llamado Luis “de color mulato membrillo cocho, de buen cuerpo, calvo, ya muy entrecano”. El texto relata cómo se realiza la compra del esclavo en el año 1647, en la ciudad de Carmona (Sevilla), cuando Juan Enríquez de Navarra era Corregidor en dicha ciudad.

La llegada del esclavo Luis a Carmona es algo rocambolesca, pues, como explica el documento, fue capturado por varios vecinos de la ciudad de Jerez de los Caballeros (Badajoz), los cuales eran “soldados de a caballo” en la frontera de dicha ciudad con Portugal que servían al Rey “sin interés ni sueldo” y actuaban como “aventureros contra los rebeldes de Portugal”. En una de sus incursiones en la zona enemiga, estos aventureros capturaron a Luis y lo llevaron a la ciudad de Jerez de los Caballeros, donde no hallaron persona que quisiera comprarlo. Por esa razón, y con licencia expresa del Corregidor de dicha ciudad, lo llevaron a Carmona, donde finalmente lo compró Juan Enríquez de Navarra por 1.700 reales de vellón (los precios de compra oscilaban, más o menos, entre los 600 y los 2.700 reales). Era imprescindible que este tipo de documentos incluyeran la explicación sobre la adquisición del esclavo, para que quedara patente la propiedad jurídica del amo sobre esa persona.

 

Contexto histórico
El contexto histórico es muy importante para encuadrar este documento. Desde 1581, reinando Felipe II, Portugal formaba una unión dinástica con España y compartía el mismo soberano que el resto de los reinos y territorios que formaban parte de la Monarquía Hispánica. La situación cambió en 1640 (siete años antes de la compra del esclavo Luis), cuando Portugal se independizó. Desde esa fecha, hasta 1668, hubo varias tentativas de invasión por parte de Felipe IV y continuos enfrentamientos fronterizos entre ambos Estados.

 

mulata velazquez 'La mulata', 'La cocinera' o 'Escena de cocina' es una de las dos versiones de este tema pintadas por Velázquez en su primera etapa sevillana, con un abanico de fechas amplio, aunque la mayor parte de los especialistas llevan su ejecución a 1620 – 1622. Se conserva en el Instituto de Arte de Chicago.

El documento relata las razones por las cuales Juan Enríquez de Navarra decide conceder la libertad a su esclavo: “por aberme servido el dicho Luis mi esclavo desde el dia que le compre hasta oy dia de la fecha [1679] con mucha puntualidad y fidelidad y ser muy buen christiano y allarse ya viejo y aberme pedido y instado muchas y diversas vezes me sirviese de darle libertad para que pudiesse irse a su tierra o hazer y disponer de su persona libremente lo que quisiese a su eleccion y volunttad. Y yo atendiendo a las caussas referidas y a lo bien que me ha serbido y instancias y persuaçiones que sobre ello me ha hecho y por serbiçio de Dios nuestro señor lo he tenido y tengo por bien”.

La carta de libertad tenía validez en cualquier lugar en que pudiera encontrarse Luis y así lo refleja de forma explícita el documento: “otorgo que doy libertad absoluta al dicho Luis mi esclavo para que de aqui adelantte para siempre jamas y hasta el dia de su fallecimiento sea libre y pueda como tal hazer y disponer de su persona assi en esta corte como fuera della y en otros reynos estraños”.

Pero, para que todo esto pudiera llevarse a cabo, quedaban por hacer dos cosas. La primera, que su amo renunciara a todos los derechos que, hasta ese momento, había tenido sobre él y así queda claramente recogido en el documento: “me desisto quito y aparto de todo el derecho y accion que, contra la persona y vienes de Luis, mi esclabo, tenia y me pertenezia como su dueño y señor por razon de la compra venta que del se me hizo”. La segunda era la entrega a Luis de un original de la carta de horro y libertad que pudiera presentar allá donde fuera o estuviera, ya que era el documento acreditativo de su nueva situación jurídica: “le entrego original con esta escriptura para su resguardo”.

 

Objeto de lujo y símbolo de ostentación
La esclavitud es un ejemplo de lo compleja que era la sociedad en el Antiguo Régimen. Actualmente, es difícil pensar que, aunque de modo reducido, se mantuviera tal costumbre entre los miembros de la nobleza y las élites como un elemento de prestigio social. Sin embargo, tal comportamiento estaba generalizado entre los estratos altos de la población para remarcar las diferencias  propias de su clase, y dentro de ésta, las fortunas mayores o menores. Por eso, vemos referencias en los documentos relativas a su propiedad: cartas de compra – venta, donación y trueque, de libertad y de horro, y otras. Debido a que se trataba de una propiedad, recibían un trato de favor y cuidados por parte de sus dueños, pues de su estado dependía su mayor o menor precio en el mercado.

 

El esclavo de Velázquez

juan de pareja 1650. El retrato de Juan de Pareja es uno de los más destacados retratos pintados por Velázquez, conservado en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, donde ingresó en 1971.

Juan de Pareja (1606 – 1670) fue un pintor sevillano, nacido de padres esclavos. Sirvió a Velázquez también como esclavo, ocupándose en limpiar pinceles, moler colores y preparar cuadros, y se dedicó en secreto a la pintura, copiando e imitando las obras de su amo. Acompañó a éste a Italia, y siguió haciendo progresos. De vuelta a Madrid descubrió su habilidad delante del rey Felipe IV, al visitar éste un día el estudio de Velázquez, obteniendo de este modo la libertad.

Velázquez le concedió carta de libertad en 1650 con motivo del viaje que realizó a Roma, momento en el que Velázquez ejecutó su excepcional retrato. Una vez libre, continuó al lado del genial artista como pintor. Llegó a imitarle con tal perfección que sus obras se han confundido muchas veces con las de Velázquez y las de su yerno Juan Bautista del Mazo. Las más notables son: 'La vocación de San Mateo' (Museo del Prado); 'Bautismo de Cristo' (Museo de Bellas Artes. Huesca); 'San Juan Evangelista'; 'San Oroncio'; 'La Virgen de Guadalupe' (en Madrid).

 

 

> Hollywood en Madrid

Emisora: Onda Madrid
Programa: Hoy en Madrid
Fecha: 23 de febrero de 2017

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ENTREVISTA A NIEVES SOBRINO EN ONDA MADRID

'Hoy en Madrid', 23 de febrero de 2017.

 

Actores extranjeros retratados por Yubero, Portillo y Contreras en sus visitas a la capital
El Archivo Regional de la Comunidad de Madrid custodia miles de imágenes de actores y artistas extranjeros en sus diferentes visitas a España, pertenecientes a los fondos fotográficos de Martín Santos Yubero, Cristóbal Portillo y Gerardo Contreras. Las imágenes que mostramos en esta selección, fechadas entre 1941 y 1977, pueden encuadrarse en tres grandes grupos: llegada al aeropuerto de Barajas, encuentros con la prensa y asistencia a corridas de toros.

 

1953. Elizabeth Taylor en la plaza de toros de Valencia. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1962. Anthony Quinn. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1964. Audrey Hepburn con su marido, Mel Ferrer. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1953. Ava Gardner, en la barrera de Las Ventas, recibiendo el brindis de un toro por Alfredo Leal. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1965. Los Beatles. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1964. Jean Paul Belmondo. Fondo fotográfico Cristóbal Portillo. ARCM.
1953. Bing Crosby, hablando con periodistas. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1946. Vino con periodistas del actor mejicano Mario Moreno “Cantinflas” en el Hotel Ritz. Fondo fotográfico Cristóbal Portillo. ARCM.
1956. Cary Grant, muy sonriente, con un pequeño bolso de viaje, tras su llegada al aeropuerto de Barajas. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1962. David Niven. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1956. Henry Fonda, con su propia cámara de fotos, en Las Ventas. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1953. Gary Cooper en un encuentro con la prensa. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1958. Gina Lollobrigida. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1951. Glen Ford saludando al torero Rafael Llorente en el exterior de Las Ventas. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1954. Gregory Peck con la típica barba que lució en la película “Moby Dick”, donde interpretaba al Capitán Achad. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1960. James Stewart. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1970. Katharine Hepburn en España para filmar la versión cinematográfica de Las Troyanas de Eurípides. Fondo fotográfico Martín Santos Yuberno. ARCM.
1948. La actriz mejicana María Félix. Fondo fotográfico Cristóbal Portillo. ARCM.
1960. Marlene Dietrich, probablemente la más elegante de todas las actrices que fueron a los toros. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1970. Marcelo Mastroiani y la actriz italiana Mónica Vitti. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1948. Jorge Negrete, actor mejicano, a su llegada a la Estación del Norte, para grabar una película con Carmen Sevilla. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1971. Sofía Loren junto a su marido, Carlo Ponti. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1954. Orson Welles, con un aspecto un tanto curioso para un norteamericano: clavel en la solapa y sombrero cordobés. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1958. Tyrone Power. Dos meses después de estas fotografías, el actor norteamericano falleció en Madrid, durante el rodaje de la película “Salomón y la reina de Saba” con Gina Lollobrigida. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1958. Yul Briner en España para el rodaje de 'Salomón y la reina de Saba'. Fondo fotográfico Martín Santos Yuberno. ARCM.
1962 Rod Hudson en Las Ventas con unos amigos. Fondo fotográfico Martín Santos Yubero. ARCM.
1960. Sofía Loren, descendiendo del avión, para rodar en España El Cid. Fondo fotográfico Gerardo Contreras. ARCM.
1958. Gina Lollobrigida en Madrid para el rodaje de la película Salomón y la reina de Saba. Fondo fotográfico Gerardo Contreras. ARCM.

 

La llegada a Barajas aparece como uno de los momentos estelares de la presencia de actores y artistas en general. Entre las imágenes que podemos ver destacan un sonriente Cary Grant, en una instantánea tomada en 1956 en la que aparece portando un pequeño bolso de viaje, contestando las preguntas de los reporteros. El actor americano se trasladaría poco después a Ávila para el rodaje de algunos planos de la película ‘Orgullo y pasión’. También, son curiosas la llegada de los Beatles, descendiendo por las escaleras del avión en una soleada mañana madrileña de 1965 o la de una espectacular Sofía Loren, que surge cual majestuosa diva, saludando al público, también bajando del avión, allá por 1960, cuando llegó a España para rodar ‘El Cid’ junto a Charlton Heston. Otra gran estrella de la pantalla, la mexicana María Félix, posa para los fotógrafos en el aeropuerto en una imagen fechada en 1948, cuando aterriza para rodar la película de Rafael Gil ‘Mare Nostrum’.

En cuanto a los encuentros con la prensa, quizás lo que más llama la atención es el carácter distendido y cercano de los mismos, que en absoluto tienen nada que ver con los que se realizan en la actualidad. Así, nos encontramos con el famoso sentado, normalmente, en un sofá y un grupo de periodistas rodeándolo, de pie, de rodillas, en el mismo sofá o en sillas próximas a él, tomando refrescos o café. Es el caso de la imagen de 1946 en la que el actor mexicano, Mario Moreno, ‘Cantinflas’, aparece con un grupo de periodistas con los que comparte un vino español en el Hotel Ritz. Gary Cooper aparece en una imagen de 1953 portando una silla que introduce en la sala donde atenderá a los medios de comunicación que desean preguntarle sobre la tienta a la que había sido invitado en el Castillo de Guijares, junto a otros famosos de Hollywood. Muy simpática es la imagen en la que encontramos a Bing Crosby, hablando con los periodistas a través de un micro (1953). Se da la circunstancia de que este actor norteamericano murió en Madrid años después, en 1977, mientras jugaba al golf. Gregory Peck también visita España, en 1954, luciendo una frondosa barba para el rodaje de ‘Moby Dick’, donde interpretaba al Capitán Achad. Tyrone Power (1958), también con barba, atiende a la prensa junto a su última esposa. Dos meses después de estas fotografías, el actor norteamericano falleció en Madrid, durante el rodaje de la película ‘Salomón y la reina de Saba’. Finalmente, un jovencísimo Jean Paul Belmondo, posa con su característico gesto rebelde y atrevido en una imagen de 1964, cuando asiste al Festival de San Sebastián y Marcelo Mastroiani (1970) nos muestra su mejor perfil, junto a la actriz italiana Monica Vitti, en la promoción de su película 'El demonio en el cuerpo'.

Sin embargo, las imágenes más curiosas corresponden a las tomadas en las plazas de toros, la mayoría de ellas en Las Ventas. Llama la atención lo formal de las indumentarias en muchos de los casos; así, encontramos a Glen Ford (1951), saludando al torero Rafael Llorente en el exterior de la plaza, con gabardina y semblante muy serio o a Yul Briner, que también aparece en una imagen de 1958, de pie, con sombrero, pañuelo al cuello y una publicación taurina entre las manos. Bryner llegó a Madrid para tomar el testigo de Tyrone Power, tras el fallecimiento de éste, y continuar con el rodaje de ‘Salomón y la Reina de Saba’. Otro actor que se distingue por su estilo en los toros es James Steward (1960) con gafas de sol y la encantadora sonrisa que le caracterizaba. Muy elegantes también Rock Hudson (1962) y Henry Fonda (1956). El primero, con gesto divertido y charlando con unos amigos y Fonda muy atento a lo que ocurre en el ruedo. También con traje y fumando un puro, Anthony Quinn (1962) y Vittorio de Sica (1958), éste último con un clavel en la solapa acompañado de una jovencísima Carmen Servilla. Muy elegante Mell Ferrer con su entonces esposa, la bellísima Audrey Hepburn, charlando animados en una imagen de 1964. Ya con una indumentaria más informal, pero igualmente atractivos, vemos a Charlton Heston (1962) con gafas de sol en la mano y polo de manga corta y a David Niven (1962) con la chaqueta en el brazo y la camisa remangada. Por último, Orson Welles (1954), con un aspecto al más puro estilo andaluz, portando clavel en la solapa y sombrero cordobés.

En estilo y elegancia ellas tampoco se quedan atrás. Así, nos encontramos con las más bellas actrices del Hollywood dorado, entre ellas Elisabeth Taylor (1953) en la plaza de Toros de Valencia o Gina Lollobrigida en una imagen de 1958 con un impecable abrigo primaveral y tocada con un pañuelo, complemento muy de moda en la época. Pero, si de elegancia se trata, ninguna como Marlene Dietrich (1960) con una impresionante pamela, gabardina entallada y guantes blancos largos. Tampoco podía faltar la maravillosa Ava Gardner, apasionada de las corridas de toros, en la barrera de Las Ventas, recibiendo el brindis de un toro por Alfredo Leal (1953).

 

 

> Ordenanzas de la Cofradía de la Sangre de las Cinco Plagas de Jesucristo

Emisora: Onda Madrid
Programa: Hoy en Madrid
Fecha: 16 de febrero de 2017

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ENTREVISTA A NIEVES SOBRINO EN ONDA MADRID

'Hoy en Madrid', 16 de febrero de 2017.

 

Confirmadas por Juan Tavera, Caciller Mayor de Castilla e Inquisidor Mayor
El documento, fechado en 1539, forma parte del Archivo Municipal de Rascafría, municipio que se encuentra al noroeste de Madrid, y hace referencia a las constituciones y ordenanzas que regían la Cofradía de la Sangre de las Cinco Plagas de Jesucristo de la localidad. El término “plaga” es una versión arcaica de la palabra “llaga”, por lo que la cofradía honraba las cinco llagas que tuvo Jesucristo durante su crucifixión: las dos perforaciones de las manos, las dos de las piernas y la lanzada del costado. Se trata de un documento de relevancia, puesto que la confirmación la hace la mayor autoridad del momento en Castilla por debajo del Rey, el Canciller Mayor Juan Tavera, que era también Arzobispo de Toledo e Inquisidor General del Reino.

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Algunas de las ordenanzas más destacadas que se relacionan en este documento son:

- La cofradía estaba gobernada por dos jueces, dos mayordomos o priostes, seis diputados y un mollidor, es decir, una persona encargada de mollir (convocar, llamar) a los cofrades. Asimismo, la cofradía contaba con um escribano, cuya función era la de escribir en un libro todas las cosas relativas al cabildo, libro que tenía obligación de guardar. Tanto al mollidor como al escribano el cabildo les pagaba “lo que justo fuere”.

- Todos los cargos se elegían anualmente el día de la Santa Cruz de Mayo. Las personas que fueran nombradas para ocupar esos puestos tenían obligación de aceptarlos y desempeñarlos, so pena de 1 ducado de multa.

- Los mayordomos o priostes “viejos” tenían un plazo de 8 días para dar cuenta a los “nuevos” de todos los asuntos de la cofradía y entregarles la cera que tenían en su poder, so pena de 200 maravedíes.

- La cera llegó a adquirir gran importancia dentro de las cofradías, tanto a nivel litúrgico como a nivel económico, ya que, en muchos casos, llegó a sustituir a la moneda como forma de pago dentro de ellas. Para guardar el caudal que se obtenía de la cera, las cofradías solían tener un “arca de la cera”, que normalmente era una caja de madera, con cerradura y rotulada con su nombre. Disponían también de un “libro de la cera”, en el que se apuntaban las entradas y salidas de cera, y de una “cesta de la cera” para transportarla.

- Cada vez que se reunía el cabildo general con todos los cofrades, era obligatorio rezar un padrenuestro y un avemaría por todos los cofrades (pasados, presentes y futuros). Asimismo, todos los cofrades tenían obligación de asistir al cabildo general, so pena de 8 maravedíes cada uno de ellos.

- Las personas que querían entrar como cofrades tenían que pagar 100 maravedíes y 1 libra de cera.

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- La cofradía celebraba tres fiestas al año: una en honor de la Santísima Trinidad el Jueves Santo; otra el día de la Santa Cruz de Mayo; y una tercera el día de San Francisco. Todas ellas se celebraban en la iglesia de San Andrés de Rascafría. Los cofrades tenían la obligación de estar confesados y comulgados antes de la primera fiesta (la del Jueves Santo), son pena de tener que pagar una libra de cera.

- Quince días antes de cada fiesta, el oficial había de mollir (convocar) al cabildo de la cofradía para que asistiera a dicha fiesta. El cofrade que no lo hiciera habiendo sido convocado debía pagar una multa de 10 maravedís.

- El oficial de la cofradía debía llevar el arca de la cera cada vez que se celebrara una fiesta, falleciera un cofrade o cada vez que fuera necesario. Por cada vez que lo hiciera, se le pagaban 5 maravedíes. En caso de no hacerlo, el oficial debía pagar media libra de cera.

- Cuando salían en procesión, los cofrades tenían obligación de estar dos horas antes de que anocheciera en la iglesia de San Andrés, so pena de 1 libra de cera. Una vez que anochecía, los cofrades salían en procesión desnudos, vistiendo sólo unas camisas y disciplinándose durante todo el camino, es decir, azotándose con un instrumento hecho de cáñamo con varios ramales cuyos extremos son más gruesos. Para ello, cada cofrade tenía la obligación de tener en su casa una camisa y una disciplina, so multa de 1 libra de cera. En el caso de que el cofrade fuera pobre, el cabildo tenía la obligación de proporcionárselo.

- Cuando la procesión era desde la iglesia de San Andrés a la ermita de San Sebastián, los cofrades daban 5 vueltas alrededor de esta última, una por cada una de las llagas de Jesucristo.

- En el caso de que un cofrade enfermara y fuese tan pobre que no tuviese medios para sustentarse, dos de los restantes cofrades estaban obligados a salir a pedir limosna por amor de Dios para esa persona, pero sin nombrar al cofrade que se encontraba en esa situación.

- En el caso de que un cofrade falleciese, todos los demás tenían que pagar 2 maravedís para dar 5 misas por el alma del difunto.

- La cofradía defendía la unión y amistad de todos los cofrades. Por ese motivo, se multaba con 1 libra de cera a los cofrades que provocaban revueltas en el cabildo o reñían con otro cofrade durante dicho cabildo o mantenían enemistad o enojo con otros hermanos de la cofradía.

 

> Reglamento del Colegio de los Niños Desamparados de Madrid

Emisora: Onda Madrid
Programa: Hoy en Madrid
Fecha: 9 de febrero de 2017

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ENTREVISTA A NIEVES SOBRINO EN ONDA MADRID

'Hoy en Madrid', 9 de febrero de 2017.

 

Normas para el cuidado y la educación de los niños
El documento que Nieves Sobrino presenta esta semana en ‘Hoy en Madrid’ nos traslada a comienzos del siglo XIX, en concreto al Colegio de Niños Desamparados de Madrid. La directora del Archivo Regional nos habla del reglamento que empleaba esta institución para su funcionamiento, en particular de aquellos aspectos relacionados con el cuidado y educación de los niños. El colegio, fundado en 1592 por la Congregación de Nuestra Señora del Amor de Dios, en principio, recogía a los niños que procedían de la Inclusa de Madrid, pero con el tiempo fue admitiendo también a los huérfanos, a los que estaban tutelados por el Convento de Santa Isabel y a mujeres parturientas.

A partir de 1802 cesó la entrada de niñas y en 1805 desaparecieron los departamentos de parturientas y mujeres impedidas. Desde el año 1800, la administración de los fondos económicos del colegio y la enseñanza y educación de los niños que acogía quedó a cargo del Estado de Caballeros Hijosdalgo de Madrid, una institución que reunía a los nobles más destacados de la Corte y que fue el germen de lo que hoy se conoce como Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid.

El documento, redactado por esta institución de caballeros, recoge las normas y directrices establecidas para la buena organización y gobierno del colegio en todos sus aspectos, pero nos limitaremos a comentar sólo lo que atañe al cuidado y educación de los pequeños acogidos en el colegio.

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Una de las normas más destacadas es que el colegio aceptaba la entrada de niños criados en la Inclusa y de veinte niños procedentes de la Fundación Agustín de Torres, siempre que estos últimos fueran de legítimo matrimonio y demostraran su orfandad, al menos de padre. Todos los niños debían tener ocho años cumplidos y no exceder de nueve, así como disponer de sus partidas de bautismo. También se recoge en el reglamento que, al ingresar en el colegio, los niños debían ser reconocidos por el cirujano para certificar su estado de salud: si alguno estaba enfermo, pasaba a la enfermería, salvo que fuera una enfermedad contagiosa, en cuyo caso se le enviaba al hospital. Se rechazaba a los niños enfermos que procedieran de la Fundación Agustín de Torres, a quienes se les exigía que estuvieran “sanos y robustos”.

REGLAMENTO COLEGIO DESAMPARADOS0020 Artículos 1º y 2º del Capítulo IV del reglamento en el que se habla de los fines del centro y de la admisión de niños.

La organización del día
Este documento también señala que los niños tenían que asistir diariamente a misa; realizar los domingos las oraciones y ejercicios establecidos por la Congregación de Nuestra Señora del Amor de Dios; y confesarse una vez al mes. La organización del día era siempre la misma. En verano se levantaban a las 5,30 horas de la mañana, disponiendo de media hora para vestirse, dar gracias a Dios y levantar la cama. La misa era a las seis de la mañana. A las 6,30 horas, desayunaban en el refectorio, donde también se lavaban la cara y las manos. A las siete, los niños pasaban a la escuela, en la que permanecían tres horas. Durante todo el año, la comida se hacía a las doce en el refectorio. De 15,00 a 18,00 horas, los niños volvían a la escuela. Tras las clases, tenían recreo en “juegos no perjudiciales” hasta la hora de rezar el rosario. Finalmente, a las 21,00 horas, los niños cenaban en el refectorio para, a continuación, acostarse. En invierno, la jornada diaria comenzaba a las 6,30 horas de la mañana.

REGLAMENTO COLEGIO DESAMPARADOS0027 Artículos del reglamento en los que se hace referencia a la vacunación y el fallecimiento de los niños.

Las actividades de ocio y tiempo libre también están recogidas en este reglamento, que establece que los días de paseo serían los domingos por la tarde y los jueves. Si en la semana había algún día festivo, se salía ese día y se suprimía la salida del jueves. En caso de que lloviese o nevase, no había paseo y los niños se recreaban en un corralón o en el llamado “salón alto”, siempre bajo vigilancia para evitar juegos perjudiciales y riñas.

En cuanto a la higiene, este documento señala que los niños debían mudar de camisa, calceta y pañuelo los domingos, para que estuvieran limpios y aseados. Además explica que cada niño habría de dormir solo en una cama compuesta de tablado, dos colchones, dos sábanas, una almohada, una manta y un cobertor, siendo obligado mudar todas las sábanas y almohadas el primer día de cada mes.

 

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En lo referido a su educación, se les enseñaba doctrina cristiana, los principios de civilidad y subordinación, a leer, escribir, contar, gramática castellana, dibujo y geometría. Estas dos últimas eran actividades muy importantes para que los niños pudieran después aprender un oficio y ser buenos artesanos. A partir de los doce años, salían del colegio para aprender un arte u oficio, consultando la inclinación del niño para que se dedicara al que más se adaptara a sus cualidades. En caso de que, ya en el taller de los maestros, los niños no se aplicasen o no mostrasen disposición para aprender, se les destinaba al servicio del Rey en clase de tambores o pífanos (niños que tocaban el tambor o el pífano, una pequeña flauta, en las bandas militares) o, si su conducta lo exigiese, se les enviaba al Hospicio. En todo caso, los niños del colegio no excedían la edad de 14 años.

El colegio inspeccionaba periódicamente los talleres de los maestros con quienes se enviaba a los niños para asegurarse de su conducta, habilidad y facultades de artista, su disposición para enseñar, la manutención que daban a los niños y el celo que ponían para cuidar al niño a su cargo. Para estimular a estos maestros en ocasiones se daba premios en metálico a aquellos que más se esforzaban.

 

> Remedios y medicamentos que se daban a las niñas de la Inclusa y el Colegio de la Paz

Emisora: Onda Madrid
Programa: Hoy en Madrid
Fecha: 2 de febrero de 2017

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ENTREVISTA A NIEVES SOBRINO EN ONDA MADRID

'Hoy en Madrid', 2 de febrero de 2017.

 

Permiten conocer cómo era la medicina a mediados del siglo XIX

Documentos en la Onda nos presenta unos curiosos documentos, fechados en 1846, pertenecientes al Fondo Diputación Provincial de Madrid. Se trata de las recetas, con los remedios y medicamentos, que se administraban a las niñas de la Inclusa y del Colegio de la Paz. Gracias a estos pequeños talonarios, podemos conocer cómo era la medicina a mediados del siglo XIX y los remedios que se aplicaban para sanar las dolencias más comunes de aquel momento. Además, como las recetas están agrupadas por meses, es posible saber cuántas se extendieron y a cuánto ascendió el gasto en medicamentos de ese mes.

También, interesantes son las medidas que se emplean para la elaboración de los diferentes cocimientos, ungüentos o jarabes. En aquel momento, la medida básica era el grano, que equivalía al peso de un grano medio de cebada. A partir de aquí, la progresión de medidas era la siguiente: 24 granos forman un escrúpulo; tres escrúpulos forman un dracma; ocho dracmas, una onza; y dieciséis onzas forman una libra.

 

Botes-farmacia-antiguos Fueron muchas las preparaciones realizadas mediante la cocción de plantas medicinales. La infusión de las mismas dio paso a una serie de productos que, mucho o poco, actuaron contra ciertas enfermedades.

Entre las recetas destacan algunos remedios por lo habitual de su administración. Entre ellos, el cocimiento emoliente es el más recurrido. Se trata de una infusión, habitualmente de raíz de malvavisco, que ablanda una dureza, un tumor o una zona inflamada. Otra de las recetas más utilizadas es el cocimiento blanco gomoso, también una infusión que, al parecer, servía para tratar problemas estomacales. Estaba formado por agua, azúcar blanco, goma arábiga y astas de ciervo incineradas y porfirizadas (la porfirización consistía en machacar con una muela sobre una mesa de porfirio una sustancia hasta hacer un polvo muy fino).

También, entre los medicamentos más habituales, estaban la emulsión común y el jarabe de meconio. La primera estaba formada por agua, azúcar blanco y almendras dulces. El segundo, era un jarabe simple compuesto por agua, azúcar y extracto acuoso de opio, que aunque hoy en día pueda parecernos inaceptable, esta sustancia era uno de los elementos que más se empleaban en la medicina de esta época. Se utilizaba para moderar la tos seca catarral, para facilitar el sueño, para calmar dolores y para detener hemorragias. El opio también se utilizaba para la realización de otro remedio habitual: el extracto gomoso de opio, empleado como calmante.

 

En esta receta se prescribe: cocimiento blanco gomoso, emulsión común, jarabe de meconio (mézclese).
Contenido de la receta: mixtura antiespasmódica simple, emulsión común, jarabe de meconio (mézclese), cocimiento blanco gomoso y diascordio (disuélvase).
Receta en la que se prescribe: cocimiento emoliente, ungüento amarillo (ocho onzas) y yoduro de potasio (veinte granos).
Receta donde se prescribe la mixtura antiespasmódica anodina.
Esta receta prescribe: cocimiento emoliente, tisana laxante, vino corroborante, agua de vegeto, láudano líquido y yoduro de potasio.
Receta en la que encontramos los siguientes medicamentos: tisana de arroz dulcificada, cocimiento emoliente dulcificado, cocimiento blanco gomoso y diascordio (disuélvase).
Contenido de la receta: masa de píldoras de cinoglosa, (háganse píldoras de dos granos).
Prescripción: Tisana de arroz dulcificada, cocimiento blanco gomoso y diascordio (disuélvase).
Contenido de la receta: jarabe de aloza, aguardiente alcanforado, harina de linaza y polvos de mostaza.
Prescripción: tisana laxante, jalapa en polvo (veinte granos) y estracto gomoso de opio (un escrúpulo en píldoras de a gramo).

La mixtura antiespasmódica simple era también un remedio muy socorrido. Estaba compuesto por agua de melisa, alcohol sulfúrico etéreo, agua de canela y jarabe de cortaza de fibra. Se utilizaba para los espasmos musculares, al parecer, realizando friegas sobre la zona afectada. El mismo procedimiento se realizaba con el diascordio, un tónico astringente con propiedades antiinflamatorias, cicatrizantes y antihemorrágicas. El yoduro de potasio, también muy recetado, se sigue utilizando en la actualidad y, al igual que hoy en día, se empleaba para combatir problemas relacionados con la glándula tiroides. 

Otra de las curiosidades de estos medicamentos es el nombre con el que se designaban. Uno de los más llamativos es la cataplasma anodina. Se trataba de una cataplasma formada por harina de lino, cebada y un cocimiento de cabezas de adormidera utilizada para los edemas y los dolores fuertes en las piernas.

Por su parte, el ungüento amarillo, compuesto por resina amarilla, cera amarilla y aceite de oliva, es uno de los remedios más famosos de la historia de la medicina en España. Tenía múltiples usos como curar llagas y sabañones reventados, cicatrizar heridas o retirar la leche en el destete. Era tan famoso que, incluso, había un dicho popular que decía: "el ungüento amarillo para todo vale y para nada sirve". También, eran muy comunes las tisanas, tanto la relajante como la de arroz dulcificado, que servía para cortar las diarreas.

Y si resultaba sorprendente el uso del opio en niñas de tan corta edad, tampoco ha de extrañar que también se empleara el vino en la elaboración de algunos remedios. En las recetas aparece como vino corroborante y se prescribe por sus cualidades de alimentar, dar vigor y vivificar, con lo que parece obvio que se administrara a las pequeñas cuando se encontraban alicaídas o tenían indicios de anemia.

 

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El ungüento amarillo y el agua de rosas siguen comercializándose hoy en día.   

El herpes y el sarpullido se curaban con agua de vegeto, que se componía de agua purificada, alcohol de noventa grados y subacetato y plomo líquido y para acabar con las lombrices se empleaba el aguardiante alcanforado.

Otro remedio muy utilizado eran las píldoras de cinoglosa. Estaban compuestas de opio, raíz de cinoglosa, simiente de beleño blanco, mirra, incienso, azafrán, zumo de cinoglosa y castóreo, que son las secreciones que tiene el castor cuando limpia su pelaje, muy apreciado en perfumería y farmacia. Estas píldoras, se usaban como expectorante y como calmante. Por su parte, el tártaro emético tenía grandes efectos vomitivos, y no podría ser de otro modo, puesto que se componía de antimonio y potasio.

Otro tipo de remedios y medicamentos que hoy en día nos pueden ser más familiares son: el jaboncillo amoniacal, con efecto desinfectante; los polvos de mostaza, que se empleaban para combatir los resfriados, congestión nasal o dolor muscular; el ungüento de mercurio con alcanfor, que se utilizaba para dar fricciones; la jalapa en polvo, con efecto purgante; las píldoras de raíz de valeriana con licor, con efecto calmante o relajante; o el agua de rosas, con grandes cualidades cicatrizantes y respiratorias.

 

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