Exterior de un edificio con ventanas y contraventanas

Ventilación y enfermedades respiratorias

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Muchos gérmenes, como los virus y las bacterias, se transmiten a través de gotas respiratorias (aerosoles) que se generan al hablar, toser o estornudar. Una buena ventilación disminuye el riesgo de contagio de enfermedades respiratorias.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la población de las ciudades pasa entre el 80-90% de su tiempo en recintos cerrados, cuyo ambiente está contaminado en mayor o menor grado. Se estima que los niveles de contaminación pueden llegar a ser de 10 a 100 veces más elevados que las concentraciones exteriores.

Estudios actuales ponen en evidencia que, en edificios como escuelas, hospitales, oficinas, centros comerciales o residencias de mayores, entre otros, coexisten organismos patógenos (hongos, virus, ácaros), partículas y compuestos volátiles que alteran la calidad del ambiente interior y producen efectos nocivos en la salud de las personas.

De entre todos los contaminantes de interiores destaca el humo de cigarrillo, por su impacto en salud y la relativa sencillez de su control.

La ventilación es fundamental para diluir los aerosoles en sitios cerrados y, de esta forma, evitar el contagio de enfermedades víricas y bacterianas.