La vulva, como el resto de la piel, puede estar afectada por múltiples patologías dermatológicas (inflamatorias, infecciosas, trastornos de la pigmentación, tumorales,etc).
Las dermatosis vulvares inflamatorias constituyen un motivo de consulta frecuenta en la práctica clínica habitual. Sin embargo, el diagnóstico en muchas ocasiones se demora debido a:
- Múltiples consultas previas a un diagnóstico correcto, recibiendo tratamientos subóptimos mientras tanto.
- La inespecificidad de los síntomas que produce: picor, escozor, dolor o incapacidad de mantener relaciones sexuales…
Una de las herramientas más importantes en su diagnóstico es una inspección rigurosa de la vulva. La localización, extensión y las características de una lesión pueden ser claves para determinar qué alteración hay subyacente.
En la Unidad de Patología Cervical y TGI podemos completar el estudio mediante una vulvoscopia, es decir, mediante la visualización de la vulva con una lente de bajo aumento, pudiendo ver con más detalle las lesiones presentes.
Sin embargo, debido a la complejidad de algunos casos, y que algunas características son similares entre las diferentes entidades, puede ser necesario un abordaje multidisciplinar (en conjunto con Dermatología, Alergología…), así como la realización de una biopsia para confirmar el diagnóstico.
Gracias a un correcto diagnóstico, podemos aplicar tratamientos dirigidos que mejoren el pronóstico y la evolución de la enfermedad, y podemos hacer un seguimiento correcto de las mujeres que lo padecen.
Muchas dermatosis vulvares no son diagnosticadas y tratadas adecuadamente porque la mujer se siente incómoda al consultar por este motivo. Aquellas mujeres que padezcan alguna lesión o molestia vulvar persistente, deben sentirse libres de consultar con su profesional de ginecología y éste valorará la necesidad de ser derivadas a la Unidad de Tracto genital inferior si lo considera necesario.