La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) engloba dos patologías fundamentalmente, la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Son enfermedades inmunomediadas (la enfermedad deriva de la alteración del sistema inmunológico que provoca el desarrollo de inflamación crónica sistémica) y crónicas, que evolucionan en brotes (fases activas) y periodos de remisión (fases inactivas). Debido a este comportamiento, ambas afectan a la capacidad del organismo de digerir los alimentos y absorber los nutrientes, con elevado impacto negativo en la salud y calidad de vida de los pacientes. Los síntomas habituales son diarrea, sangre en las heces, cansancio, dolor abdominal, pérdida de apetito, pérdida de peso y fiebre.
Su causa es desconocida. La principal hipótesis se basa en la interacción de factores genéticos y ambientales (multifactorial). La colitis ulcerosa afecta al colon, mientras que la enfermedad de Crohn puede aparecer en cualquier parte del aparato digestivo. En el momento actual no existe un tratamiento curativo de la EII. Sin embargo, los tratamientos disponibles han demostrado producir cambios favorables en el pronóstico y evolución de la enfermedad a corto y largo plazo.