Internet de las cosas. Un nuevo paradigma del consumo
El mundo está cada vez más interconectado. La tecnología se está acercando a todos los ámbitos, influyendo en todas las acciones que realizamos a diario como consumidores. Esto ha dado lugar al concepto de internet de las cosas. En el siguiente reportaje del Portal del Consumidor le explicamos qué es este concepto y cómo nos afecta en el día a día.
El internet de las cosas (IoT, del inglés: Internet Of Things) es un proceso que permite que distintos aparatos se conecten de forma autónoma a internet, sin la intervención de sus usuarios, generando una red de interconexiones entre dispositivos que nos ayudan en nuestro día a día.
El internet de las cosas se encuentra en el funcionamiento de objetos domésticos comunes (domótica, altavoz inteligente, termostato inteligente, Smart TV), en el uso de recursos para la atención de la salud (herramientas para el seguimiento del ritmo cardíaco, pastillas inteligentes), accesorios personales (relojes, ropa deportiva inteligente) hasta el concepto integral de las ciudades inteligentes.
La base del funcionamiento del internet de las cosas son los sensores. La mayoría de los dispositivos interconectados dispone de sensores que ofrecen información al detectar determinados patrones como movimientos, temperatura, ritmo cardíaco, voz. En otros casos se trata de dispositivos que se conectan de forma independiente a la red wifi para ofrecer información, y que también interaccionan con datos del usuario, tales como su geolocalización o sus patrones y comportamientos de compra.
Esta conexión produce una información que, a su vez, genera un comportamiento, como puede ser que se encienda una luz, que se abra una puerta o que accedamos a un servicio o recurso concreto.
Las personas consumidoras, en nuestro día a día, nos encontramos frecuentemente con este tipo de dispositivos interconectados. Por eso, es importante que sepamos exactamente en qué consisten estas tecnologías para preservar nuestros derechos en su consumo o utilización.
La forma en la que se produce esta interacción puede ser de distintos tipos:
- Tecnología biométrica: Máquinas que identifican nuestras huellas dactilares, nuestro iris o nuestra cara para permitir el acceso a procesos, como puede ser la apertura de una puerta; o nuestra voz, como los dispositivos Echo o Alexa.
- Geolocalización: Dispositivos que permiten saber dónde estamos e identificar nuestros datos y los movimientos que realizamos (por ejemplo, un reloj inteligente para medir el número de pasos que realizamos).
- Dispositivos que funcionan mediante contraseñas, como la Smart TV, en la que, al registrarnos, damos autorización para la interconexión entre el dispositivo y nuestros datos (horarios de uso, tipo de contenidos).
- Tarjetas o dispositivos que encierran datos personales, como es el caso de las tarjetas de fidelización de las grandes superficies, que pueden hacer una monitorización de nuestras tendencias de consumo para enviarnos ofertas.
Los consumidores ante la IoT
Como vemos, para que la tecnología del internet de las cosas funcione adecuadamente, es preciso que estos dispositivos recaben datos e información personal, como puede ser el reconocimiento de nuestra voz, nuestros hábitos de consumo o el lugar en el que nos encontramos.
Estos datos son gestionados en la nube por estos dispositivos y, en ocasiones, es información que es enviada a terceros dispositivos para su gestión. La reciente irrupción de esta tecnología y su particular funcionamiento autónomo, sin intervención humana, pone de manifiesto la necesidad de una regulación más precisa que aumente las garantías sobre la privacidad y la seguridad de las personas consumidoras.
Hay una serie de recomendaciones que los consumidores pueden llevar a cabo para tener un mayor nivel de control sobre sus dispositivos IoT y protegerse de las amenazas digitales que deambulan por la red:
- Contraseñas seguras: Los usuarios de dispositivos IoT deben tener contraseñas seguras como primera barrera de protección contra amenazas digitales. Generalmente, estos productos incluyen una contraseña única cuando son adquiridos. Una vez que el consumidor comience a utilizar el equipo, debe establecer una nueva contraseña segura y privada.
- Renovar las actualizaciones: Una práctica común en el consumo de tecnología es la de no prestar atención a las actualizaciones que se van haciendo en los dispositivos, que dependen de la autorización del usuario. Es importante que estemos pendientes de estas actualizaciones, para garantizar que tengan las protecciones más recientes que las compañías ofrecen.
- Comprender el dispositivo: Cuando adquirimos un dispositivo vinculado al internet de las cosas, es importante que entendamos adecuadamente cuáles son sus funciones y qué tipo de información generará sobre nuestras actividades diarias. Al comprender su uso, el consumidor podrá hacer mejores decisiones sobre qué datos ingresará al dispositivo y en qué situaciones lo usará.
- Adquirir dispositivos seguros: El mercado del internet de las cosas está en permanente crecimiento. Es importante que, antes de adquirir un dispositivo, verifiquemos que cumple con los estándares mínimos de seguridad en contra de ciberataques o protección de la información frente a terceros.
- Decidir nuestra interconexión: Vemos como cada vez son más los dispositivos que se interconectan y que tienen acceso a información personal. Por eso, las personas consumidoras deben reflexionar sobre el nivel de interconexión que quieren tener y sobre cuáles son los dispositivos que mantendrán con acceso a sus datos en función del uso que le quieran dar.