Grupo escultórico San Rafael Arcángel y San Miguel Arcángel atribuido a La Roldana
Grupo escultórico del siglo XVII ubicado en el Convento de las Madres Mercedarias de Juan de Alarcón
Las esculturas de San Rafael Arcángel y San Miguel Arcángel son dos obras documentadas pertenecientes al Convento de las Madres Mercedarias de la Inmaculada Concepción (Don Juan de Alarcón) de Madrid, declarado Bien de Interés Cultural por Decreto 6/2014, de 23 de enero.
Las obras parecen reunir las características formales, escultóricas y pictóricas de Luisa Roldán, conocida como La Roldana, (1652-1706), aunque está pendiente la atribución definitiva. Las dos esculturas forman parte de una posible donación como dote de alguna novicia o de algún feligrés.
La escultora sevillana Luisa Roldán creció viendo trabajar a su padre, Pedro Roldán, afamado escultor sevillano, heredando la base de su técnica y maestría, si bien La Roldana desarrolló un estilo propio que perfeccionó a lo largo de su carrera en Sevilla, Madrid y Cádiz. Fue tras su periodo gaditano cuando su estilo evolucionó hacia una mayor expresividad y naturalidad en las figuras.
Las esculturas
Escultura de San Rafael Arcángel después de la intervención
Escultura de San Miguel Arcángel después de la intervención
Escultura de San Rafael Arcángel (0,93 x 0,70 x 0,36 m)
Talla en madera policromada, dorada y estofada
Se representa al arcángel llevando ricas vestiduras formadas por una larga túnica que deja al descubierto las piernas en el anverso. Calza botas y se asienta sobre un trono de nubes. Las alas, piezas exentas, están ancladas a la figura por dos gruesos tornillos. En la zona de los omóplatos la figura presenta un cajeado con una pieza de forja insertada, que permite el correcto anclaje de las alas en su lugar con la sujeción de los tornillos. En cuanto a la policromía predominan los rojos y verdes, incluye decoración floral en las telas y dos tipos de estofados: oro en la figura y planta en las nubes que la sustentan.
La figura del arcángel San Rafael, presenta todas las características formales propias de La Roldana, comparable con muchas de sus obras, como el tratamiento de las telas, con proliferación de motivos florales; las voladuras, con su movimiento característico hacia atrás y las facciones con rasgos dulces y melancólicos rodeados por cabello ondulado tallado hacia atrás, dejando la cara libre.
Las manos son delgadas y largas, con dedos ágiles y ligeramente separados con apariencia de iniciar movimiento; decoración típica de la escultura sevillana del Barroco, con proliferación de motivos florales en verde y rojo. El cuidado en los plegados de la vestimenta, recogida con ceñidor, aportando gracilidad y movimiento a los pliegues y, por último, la disposición formal de la figura, con la tendencia a abrir los brazos, el derecho en alto hacia su derecha, y el izquierdo hacia abajo hacia su izquierda, son características recurrentes en el Barroco, tendente a abrir los espacios y a romper la línea vertical excesiva de las composiciones.
Escultura de San Miguel Arcángel (0,88 x 0,57 x 0,30 m)
Talla en madera policromada, dorada y estofada
El arcángel se encuentra de pie y de frente, mirando ligeramente abajo y a la derecha, con brazo derecho alzado empuñando una espada que ha perdido la hoja. En el brazo izquierdo porta el escudo con el lema del arcángel: «Quid sicut Deus». Viste a usanza de los soldados romanos, con coraza al pecho y faldellín y, sujeta al hombro izquierdo, una capa que se despliega por la espalda en tonos verdes y rojos. Se asienta sobre el diablo, una figura roja de cuerpo masculino y cola puntiaguda que descansa sobre una superficie rocosa. El arcángel presenta facciones suaves y finas, con gesto serio y algo inexpresivo.
Las alas, espada y escudo son elementos exentos, predominando en la policromía los rojos y verdes, con decoración geométrica y floral y abundantes estofados.
Estado de conservación
El estado de conservación de la escultura del arcángel san Rafael era deficiente, apreciándose daños y deterioros en toda su estructura que dificultaban la correcta lectura de la obra. La mano derecha sufría una pérdida total de los dedos, salvo pequeñas pociones de las falanges superiores. Una gran grieta longitudinal recorría la figura, desde el soporte de nubes hasta el cuello por el anverso, fruto del tiempo y de las contracciones de la madera. En cuanto a la policromía, la obra presentaba numerosas pérdidas debido al paso del tiempo y al movimiento de la madera, especialmente en los pliegues y voladuras de la talla. El reverso se encontraba muy dañando con amplias erosiones en los estofados blancos y floreados de la trasera de la túnica, con grietas estructurales y sin repintes previos.
En cuanto a la conservación de la escultura del arcángel san Miguel, cabe destacar que había perdido varias partes: en la mano izquierda presentaba una ausencia completa del pulgar y del corazón; el dedo índice conservaba las dos primeras falanges y el anular la primera. El meñique, aunque muy deteriorado, conservaba el soporte original. Asimismo faltaba la punta del dedo del pulgar del pie derecho, la punta del mascarón del casco y la hoja de la espada.
Entre las partes exentas, presentaba deterioro en los bordes exteriores de las alas en la zona de los escapulares, que habían perdido la pluma final; en el ala derecha y en el ala izquierda, lo que indica que el deterioro habría sido ocasionado por una acción mecánica causada por un factor humano, al colocar las alas. Asimismo, dentro del grupo de las piezas exentas, se observaban pérdidas de soporte en todo el perímetro del escudo. La cabeza del diablo estaba partida y con un desgarro en todo el perímetro del cuello.
Los daños en la policromía eran muy numerosos y dejaban a la vista el soporte en toda la superficie escultórica. La pieza presentaba suciedad superficial generalizada en forma de polvo y una agresiva intervención pictórica previa, con algún injerto de soporte en los alrededores del pie de apoyo y repintado y policromado de todas las carnaciones, así como de la zona rocosa junto con la figura del demonio. Contaba con una veladura oscura y grasa para ocultar los deterioros y un barnizado general sobre suciedad acumulada.
Restauración de las obras
Se han llevado a cabo las siguientes intervenciones:
- Consolidación in situ de la capa pictórica previa al embalaje y traslado, para evitar pérdidas pictóricas en las zonas más problemáticas de las esculturas.
- Análisis estratigráfico de la capa pictórica.
- Como medida preventiva, para asegurar la perfecta conservación de la pieza y su perdurabilidad en el tiempo, se somete a la escultura a un proceso de desinfección por anoxia con el fin de eliminar posibles colonias xilófagas, si las hubiera.
- Limpieza superficial por medios mecánicos para eliminar la suciedad adherida con brochas de pelo suave y aspirador. En el caso de san Rafael, los depósitos más abundantes de polvo y suciedad superficial se encontraban, sobre todo, en la base y en los pliegues. Previamente a cualquier otra intervención, se realizaron pruebas de solubilidad y limpieza con los productos adecuados.
- La consolidación de la capa pictórica de San Rafael ha supuesto la eliminación de la fijación de emergencia inicial, ya que se realizó de manera superficial para evitar desprendimientos involuntarios durante el traslado. Toda la escultura en general ha necesitado una consolidación cuidadosa para devolver cohesión a las capas de policromía.
- Limpieza química para retirar estratos depositados, como barnices oxidados, repintes o suciedad incrustada.
- Sellado de grietas, encolado y reintegración volumétrica de diversas zonas de la voladura de los ropajes y de la base. El estucado y desestucado con material análogo al original, junto con la reintegración pictórica y el barnizado final, han contribuido a un acabado visual análogo al original, contribuyendo a la protección de las obras.
Con estas intervenciones se ha conseguido recuperar dos piezas extraordinarias de nuestro patrimonio cultural.