En la primavera de 1919, un jovencísimo Federico García Lorca llegaba a Madrid con el objetivo de asegurarse una plaza en la Residencia de Estudiantes para el siguiente curso. Se cumplen ahora 100 años –y las Bibliotecas de la Comunidad de Madrid quiere celebrarlo con un abanico muy variado de actividades y recomendaciones de lectura– de aquel encuentro entre el poeta y las calles de una ciudad con ganas de instalarse definitivamente en la modernidad europea.

Y es que Madrid habría de ser testigo de la consagración, pública y privada, de Federico: a las tentativas iniciáticas de la Resi seguirían la tertulia en el Gijón, las conferencias en el Lyceum Club y la Residencia de Señoritas, las veladas en la casa de los Morla Lynch, y los múltiples estrenos teatrales; desde el fallido de El maleficio de la mariposa (1920) en el Teatro Eslava hasta los exitosos de La zapatera prodigiosa (1930) y Yerma (1934), ambos en el Teatro Español.