Estática del ayre

Pedro Salanova y Guilarte

Nacido en Madrid en 1743, fue astrónomo, físico, meteorólogo y autor muy prolífico. Escribió más de treinta y cinco obras y numerosos artículos, disertaciones y discursos sobre diversas cuestiones científicas para la prensa de la época, como el histórico Diario de Madrid, que tuvo a su cargo y que está considerado como el primer periódico diario de España. Variado también fue su repertorio poético.

Pedro Salanova se ocupó de cuestiones de meteorología y navegación aérea, cuyas teorías plasmó en el libro Estática del ayre y naútica de la atmósfera o Disertación fisico-matemática sobre el origen, la invención, historia, fábrica, disposición, dirección, utilidades y perjuicios de las máquinas, ó globos aërostáticos (Madrid, 1792). Lo ilustró con un grabado calcográfico de vistosas representaciones de globos aerostáticos, diseñado por él mismo. La Biblioteca Regional cuenta con otras obras del mismo autor: dos disertaciones sobre las granizadas que tuvieron lugar en Madrid en las décadas de 1780 y 1790, respectivamente, y un libro de poesía y toros: Tauromaquia hispana.


Construcción de globos aerostáticos

En el siglo XVIII los científicos sabían que los globos o naves no podían volar pero sí flotar, gracias al principio de Arquímedes. Considerando el aire como un fluido, solo faltaba lograr que el empuje del viento fuera mayor que el peso de la nave. Para ello se diseñaron artilugios basados en estudios sobre la forma más adecuada de los mismos, sus materiales de fabricación, el gas necesario para elevarlo y mantenerlo en el aire y las partes físicas que lo componen: la quilla, el timón, los remos, las velas y el lastre.

En el libro Estática del ayre Pedro Salanova aborda todas estas cuestiones físicas, mecánicas y matemáticas. Recoge las utilidades que podrían tener estas naves, como fijar con más exactitud la longitud y latitud de pueblos y ciudades y sus distancias, para el traslado de tropas y material, para agilizar las comunicaciones, la administración de justicia y la ejecución de las sentencias, etc. También advierte de los peligros de un mal uso, proponiendo para evitarlo que su custodia recaiga en el Magistrado o Ministro de la República.


El sueño de volar

El sueño de volar se remonta a la antigüedad, plasmándose en mitos como el de los griegos Dédalo y su hijo Ícaro, creadores de unas alas de plumas que les permitieran salir del laberinto en el que los encerró el dios Minos en la isla de Creta. También el del rey persa Kai Kawus, que según la leyenda voló en un carro arrastrado por águilas. En la época medieval personajes decididos a convertir el sueño en realidad se enfrentaron a burlas de sus coetáneos y a la crítica de la Iglesia. Leonardo da Vinci, en el Renacimiento, diseñó varios artilugios similares a los actuales helicópteros y paracaídas.

En Francia, los hermanos Joseph y Esteban Montgolfier, pusieron en marcha en 1783 un globo de madera y alambre revestido de lienzo encerado y papel encolado que llenaron de gas. En Madrid, en agosto de 1792, el italiano Vicente Lunardi partió en globo de los jardines del Buen Retiro en presencia del futuro Fernando VII y aterrizó junto al arroyo Torote (afluente del río Henares). Hoy el objetivo es volar hacia otros planetas y galaxias, el sueño se ha hecho realidad.

Acceso a la referencia en el Catálogo de la Biblioteca Regional de Madrid