Nuevos vientos culturales
A principios del siglo XX la vida intelectual de España se movía en torno al regeneracionismo y la necesidad de apertura hacia las corrientes culturales europeas. El debate intelectual musical oscilaba entre la defensa de los compositores nacionales y las tendencias impresionistas y expresionistas. En este clima de renovación surgen entre la aristocracia y la burguesía industrial diversas asociaciones que buscaban acercar a la sociedad española los valores europeos de la modernidad a través de expresiones artísticas. Las sociedades filarmónicas colocaron a España como referente de la época y permitieron llenar de vida musical a numerosas pequeñas ciudades. En 1915 nacía también la Sociedad Nacional de Música.
En Madrid la música clásica se acercaba cada vez más a la población con conciertos y precios populares en el Círculo de Bellas Artes, el Ateneo o el Teatro Price. Desde los años 20 la música se instalaba también en los hogares a través de la radio. Entre 1930 y 1936 se multiplicaron los conciertos por las medidas de protección de la Junta Nacional de Música.
El renacimiento musical en Madrid
La Sociedad se fundó el 30 de abril de 1901 con sede en la calle Carretas 27 con el impulso de miembros de la aristocracia y empresarios de la burguesía. Contó desde su inicio con 1100 socios, entre los que se encontraban músicos o intelectuales como Conrado del Campo, Tomás Bretón o Pérez Galdós. Sus principales sedes fueron el Teatro Español (1901-mayo 1908) y el Teatro de la Comedia (nov. 1908-1934), el “espacio musical más prolífico en la capital”.
Se establecieron temporadas estables de conciertos, entre 15 y 20 anuales y más de 200 audiciones. La Sociedad se vio fortalecida por la creación de tres importantes orquestas: la Orquesta Sinfónica de Madrid (1903-1936), que ofrecía repertorio sinfónico europeo por todo el país; la Orquesta Filarmónica de Madrid (1915-1922), difusora de la música extranjera moderna con relación con sociedades análogas europeas y en cuyo comité artístico estaban, entre otros, Turina y Falla; y la Orquesta de José Lasalle, nacida en 1920.
Allegretto vivace
La Sociedad Filarmónica de Madrid estaba financiada con fondos propios por lo que tenía autonomía para la programación. Los conciertos tuvieron como protagonista a la música de cámara. Beethoven fue el compositor más interpretado, seguido de Schubert, Schumann, Brahms, Bach y Mozart, sin olvidar a Chopin o Liszt. No obstante, hubo un marcado interés por compositores modernos como Debussy, Ravel, Stravinsky o Bartok con piezas nunca antes escuchadas en Madrid. Y, en menor medida, Albéniz, Falla, Granados o Turina, lo que le valió algunas críticas que reivindicaban la necesidad de apoyar a los compositores españoles, labor que cubrió la Sociedad Nacional de Música.
La trascendencia musical de esta Sociedad Filarmónica fue inmensa. Por sus conciertos pasaron los intérpretes más importantes de España y del extranjero. Durante sus 35 años de andadura se dieron en Madrid 596 conciertos con 4.288 audiciones.
La Biblioteca Regional de Madrid conserva casi la totalidad de los programas de esta sociedad que nos adentra en las obras, intérpretes, cantantes y, en definitiva, en la vida cultural y musical madrileña de esta etapa. Parte de esta colección ya puede ser consultada a través de la Biblioteca Digital de Madrid