La Comunidad de Madrid prorroga la exposición dedicada al escultor Juan Muñoz, tras haber recibido ya 50.000 visitantes
La Comunidad de Madrid prorrogará hasta el 9 de julio la exposición dedicada al escultor Juan Muñoz, que hasta la fecha ha recibido 50.000 visitantes en la Sala Alcalá 31 de la capital y estaba previsto que finalizara el 11 de junio. La muestra Todo lo que veo me sobrevivirá conmemora el 70 aniversario del nacimiento del artista.
Comisariada por Manuel Segade, la exhibición celebra la figura de Muñoz, uno de los escultores más importantes de la segunda mitad del siglo XX, y tendrá continuidad en el Museo Centro de Arte 2 de Mayo de Móstoles con una galería sobre la producción del creador durante la década de los 80, que se inaugurará el 17 de junio, con el título de En la hora violeta.
Su carrera artística se truncó con una prematura muerte en el momento de máximo apogeo, después de inaugurar su gran instalación en la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres. Precisamente por ello, Alcalá 31 toma su nombre de una cita de la poeta rusa Anna Ajmátova que Muñoz recogió en una de las notas de sus cuadernos de preparación para la muestra en el museo londinense.
La exposición de la Sala Alcalá 31 está concebida como una instalación de instalaciones y destaca por contar con obras como Plaza, pieza procedente del Kunstsammlung K21 Dusseldorf, que no se ha visto en España desde que el Museo Reina Sofía le dedicó una exposición en el Palacio de Velázquez en 1996. Compuesta por 27 figuras humanas de rasgos orientales en actitud hilarante, a ella se unen otros trabajos como Dos centinelas sobre el suelo óptico (1990), cuyo parqué perspectivo recibe a los espectadores en la entrada de la muestra o Barco con motor III (1990), en la que Muñoz reflexiona sobre la fatalidad del destino.
Colgado entre dos siglos, el trabajo de Juan Muñoz se alza como el puesto de avanzada del giro especulativo que caracteriza al arte en el presente inmediato. Durante los años 90 abraza la figuración, algo que no era común en la escultura del momento, y lo hace creando obras de alta tensión emocional. Una característica que le sitúa en la avanzadilla de su tiempo, puesto que fundó las bases de la ficción en el arte contemporáneo como generador de la transformación de la realidad.
Su última década de producción, a la que está dedicada esta exposición, estuvo marcada por el dominio del espacio en una concepción neo-barroca y por la recuperación de la figura humana como elemento central de trabajo. Su vocación existencialista, su cualidad emocional y su reivindicación del truco determinaron la ficción como una característica fundamental del arte contemporáneo, avanzando el giro especulativo que será paradigmático del arte en el siglo XXI.
La muestra cuenta con préstamos procedentes de varias colecciones tanto nacionales como internacionales, de museos e instituciones como el Stedelijk van Abbe Museum de Eindhoven, el S.M.A.K. de Gante o la Fundación Botín. Además, para la ocasión, la sala recupera el gran ventanal de la arquitectura original de Antonio Palacios, un cruce de capas entre pasado y presente en la que el edificio será una parte central de la exposición.
Sobre el artista Juan Muñoz
Juan Muñoz (Madrid, 1953 – Ibiza, 2001) pasó un año estudiando arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid antes de viajar a Londres en 1970, donde estudió en la Escuela Central de Arte y Diseño de Londres y en el Croydon College of Design and Technology, entre otros. Al mudarse a Nueva York en 1981, recibió una beca Fulbright y comenzó su trabajo en escultura, fuertemente influenciado por artistas como Philip Guston, Robert Morris, Barnett Newman y Robert Smithson. Allí desarrolló una amistad con la comisaria española Carmen Giménez, quien le presentó al influyente escultor Richard Serra. Muñoz regresó a España al año siguiente y dedicó un año al comisariado.
Su trabajo ha sido objeto de numerosas muestras individuales en los Estados Unidos y Europa. En el año 2000 la Tate Modern de Londres le encargó que fuera el segundo artista, tras Louise Bourgeois, en hacerse cargo de su Sala de Turbinas. Muñoz pasó meses desarrollando una gran instalación, que se abrió al público en 2001, año de su fallecimiento.
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