Declarada Bien de Interés Cultural la pintura San Jerónimo atribuida a Luis de Morales

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El Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid ha acordado -en la reunión del pasado miércoles- declarar Bien de Interés Cultural (BIC) la pintura San Jerónimo, atribuida a Luis de Morales, El Divino, por sus cualidades artísticas y técnicas. La obra, inédita hasta que se presentó en 2015 en la exposición El Divino Morales del Museo del Prado, es representativa de la etapa más brillante del autor y reúne valores de interés histórico artístico.

https://www.comunidad.madrid/sites/default/files/img/objetos/san_jeronimo_pintura.jpg1170500Pintura San Jerónimo atribuida a Luis de Morales
04 septiembre 2021

El cuadro, de carácter devocional, es un óleo sobre tabla y sus dimensiones son 70,7×50,5 centímetros. Se encuentra en buen estado de conservación y está datado en el siglo XVI, entre 1555 y 1565. Representa una figura masculina de avanzada edad y muy delgada sobre fondo neutro y oscuro. Está de medio cuerpo y mirando al frente con la cabeza levemente girada hacia la derecha y mirada perdida hacia el infinito.

La figura aparece iluminada por un foco de luz que emerge de la izquierda e incide fundamentalmente en la frente, rostro y brazo derecho. Los únicos objetos que aparecen en la pintura junto a San Jerónimo son una calavera y una cruz, como elementos característicos de la iconografía del santo.

Una nota propia y distintiva de esta representación de San Jerónimo es que luce una barba larga y desaliñada, con guedejas grisáceas que se asemejan al modelo seguido para otros ancianos pintados por el autor.

Luis de Morales es considerado quizá el mejor pintor español de la segunda mitad del siglo XVI, tras El Greco. Su apodo, El Divino, se debe a que pintaba fundamentalmente asuntos religiosos con gran maestría y sutileza. La mayoría de sus temas icónicos son de tradición medieval tardía. Alcanzó su mejor época, entre 1550 y 1570, años en los que realizó retablos, trípticos y lienzos del gusto religioso de sus clientes, entre los que se encontraban obispos y altas personalidades de la época, incluido el propio Felipe II.