"Es la hora del reconocimiento público y del amor al flamenco, abanderado de esta Comunidad a la que está profundamente unido"
Palabras de la presidenta de la Comunidad de Madrid en la celebración del flamenco como Bien de Interés Cultural
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Hoy la Comunidad de Madrid y España entera están de enhorabuena.
El flamenco ya es Bien de Interés Cultural. Y con esto cerramos una deuda histórica para protegerlo y promocionarlo.
El flamenco, como todo arte auténtico, es una forma de vida. Es la hora del reconocimiento público y del amor al flamenco, abanderado de esta Comunidad a la que está profundamente unido.
Como cuenta Cervantes en La gitanilla, el flamenco nos acompaña desde que Madrid es capital, desde el Siglo de Oro. En el siglo XIX se generalizó el nombre de “flamenco” para esos cantes y bailes. Y en la Edad de Plata, en las primeras décadas del siglo XX, los mejores intelectuales y artistas de todas las regiones de España, reunidos en Madrid, ayudaron a poner el flamenco en lo más alto de la vanguardia.
Por eso a Madrid vienen a triunfar y doctorarse los toreros y los poetas, los escritores, los deportistas, los cocineros y, por supuesto, los artistas flamencos.
Madrid es desde siempre uno de los puntos de encuentro del toque y el cante jondo, la otra esquina de esa región mágica que tiene en los Puertos, Jerez, Utrera y Triana, sus otros vértices sagrados.
Al mismo tiempo el flamenco sale de Madrid para cautivar al mundo. Es un arte de vocación universal, nos da nuestra personalidad y gusta en todas partes.
No hay gran músico ni artista plástico, venga de donde venga, que no se enamore del flamenco y se quede fascinado por su misterio, por eso que llaman “el duende”. Acaba de ocurrirle, justo la semana pasada, a Depeche Mode en Madrid.
En honor al flamenco se han hecho también algunas de las mejores películas de nuestro cine, celebradas y premiadas en el mundo entero, empezando por el madrileño Edgar Neville. La Comunidad de Madrid las recordará en varios ciclos en los próximos meses.
Algunos de los reconocimientos que el flamenco ha obtenido son tan recientes como el de este mes de marzo en el Carnegie Hall de Nueva York, con el importante homenaje a Paco de Lucía, reconocido por todos como el mejor guitarrista de todos los tiempos.
Durante toda su historia, el flamenco ha sido un arte nómada. Nacido del desarraigo, su historia es viajera y compartida.
En esa aventura de muchos siglos, el flamenco es una aventura de sur a norte. Y aquí en Madrid brilla porque somos la Plaza mayor de Hispanoamérica, con los cantes de ida y vuelta.
En Madrid, el flamenco forma parte de nosotros, de nuestra herencia, de nuestro carácter y de nuestra forma de entender la vida.
La historia del flamenco está cosida a la de esta tierra, región capital de ilusiones y sueños cumplidos, con un público llegado de todas partes, que recibió el flamenco con la libertad, la alegría y el desparpajo propios del pueblo de Madrid.
Es posible rastrear la historia del flamenco en la prensa de mediados del siglo XIX, en la que encontramos a muchos “cantaores y tocaores”, que cruzaron Despeñaperros y llegaron a la ribera del Manzanares sedientos de gloria.
Desde entonces se sucedieron los hitos. Empezando por la era de los Cafés Cantantes y de la Ópera Flamenca, siguiendo por los tablaos legendarios y por la eclosión de los Jóvenes Flamencos y el nacimiento de sellos especializados tan memorables como Nuevos Medios, fundado por Marío Pacheco, y donde dejaron su arte gigantes de lo jondo y la vanguardia como Ketama y Pata Negra.
Entre los tablaos ahí estaban Los Canasteros, que fundó Manolo Caracol. O Torres Bermejas, donde se conocieron Camarón de la Isla y Paco de Lucía. O El Corral de la Morería, leyenda activa y que todavía hoy sigue abanderando ese Madrid territorio del duende. Donde cruzaban sus caminos Paco Cepera y Lola flores, Terremoto, Enrique Morente, Jesús Carmona, La Chunga, Farruco o Rafael Amador…
En Madrid, de hecho, hay 22 tablaos abiertos. Ninguna otra ciudad del mundo tiene más.
Por nuestra región han pasado los artistas más importantes, los maestros y los aprendices. Muchos de fuera y otros de nuestra tierra. Entre tientos, soleás, alegrías, seguidillas, bulerías, fandangos y cañas… Madrid vive y siente el flamenco en carne viva, entre el grito y la fiesta, aristocracias del barrio y de la noche combinadas en una historia rica y castiza, gitanísima y culta.
Hablamos de Madrid capital pero también de Leganés, Chinchón o Tres Cantos. Porque la Comunidad de Madrid entera es flamenco. Ya la Unesco, en el año 2010, declaró el flamenco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Somos testigo y tierra de acogida de estirpes flamencas ilustradas, como los Habichuela, la del Cigala, la familia de los Morente o de los Porrina, por citar sólo algunos ejemplos. Sin olvidar una de las voces más grandes cuando cantaba flamenco, la de Rocío Jurado.
En la Comunidad de Madrid somos conscientes de este grandísimo capital artístico, del patrimonio histórico que atesora, de su enorme fuerza de atracción turística y de su capacidad para evocar y emocionar.
Como Gobierno de la Comunidad de Madrid, nuestra obligación es cuidarlo, universalizarlo, mantener su esencia y su calidad, y ayudar a que siga innovando
En 2021 la Comunidad de Madrid concedió la Medalla internacional de las artes 2021 a la Asociación de Tablaos Flamencos de Madrid, con un papel esencial dentro de nuestra amplia oferta turística, cultural y de ocio nacional e internacional.
Asimismo, el flamenco goza de un lugar de privilegio en la Programación cultural de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Madrid.
Sirvan como ejemplos de esta dedicación:
- El Festival Suma Flamenca y sus 10 ediciones.
- El Festival Suma Flamenca Joven, que lleva 4.
- La fundación del Nuevo ballet español de la Comunidad de Madrid
- El nuevo festival de la Guitarra de la Comunidad de Madrid.
- Las exposiciones monográficas como la de Flamenco Chipén.
- La Programación habitual.
- Las ayudas económicas directas e indirectas a través de subvenciones y festivales, así como la programación de flamenco en la Red de Teatros, los Teatros del Canal, el Centro Cultural Paco Rabal y Pilar Miró, el Real Coliseo Carlos III de San Lorenzo de El Escorial o festivales como Suma Flamenca, Miradas FlamenKas o Escenas de Verano.
Y ahora celebramos la Declaración del Flamenco como Bien de Interés Cultural del Patrimonio Inmaterial de la Comunidad de Madrid.
Esto es importante porque el arte no escapa a los riesgos de cualquier negocio. El flamenco, para florecer, necesita generar riqueza. Es un espectáculo, y como tal, por cuestiones ajenas a la calidad, siempre corre el peligro de hacerse solo comercial.
Y para eso, para que siga siendo lo que es, la declaración BIC extiende su protección a tres áreas fundamentales asociadas: las personas, (bailaores, cantantes, artistas); los bienes inmuebles asociados (como son los Tablaos, los teatros, los clubs de música, los centros de enseñanza o las sedes asociativas); y los bienes muebles asociados (como los trajes o los instrumentos).
Dicen algunos de los viejos maestros del flamenco, que prefieren no aprender notas ni lenguaje musical, pues estarían limitando la magia del duende, que según Federico García lorca “es un poder y no un obrar, un luchar y no un pensar”. Añadía el poeta que “el ángel y la musa vienen de fuera, en cambio al duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre”.
Ese duende y esa magia viven aquí en nuestra región.
Muchas gracias a todos.