Restauración de dos pinturas sobre lienzo de Eduardo Rosales, “San Mateo” y “San Juan Evangelista”
Del pintor Eduardo Rosales (1836-1872)
Restauración de dos pinturas sobre lienzo de Eduardo Rosales, “San Mateo” y “San Juan Evangelista”
Los grandes cuadros de San Mateo y San Juan Evangelista del pintor Eduardo Rosales (1836-1872) formaban parte del encargo que recibió el pintor para representar a los cuatro evangelistas. El encargo quedó incompleto al fallecer antes de concluir el mismo, llegando a realizar únicamente estos dos cuadros y los bocetos para los lienzos de San Lucas y San Marcos. El gran tamaño de estas obras había provocado, con el paso del tiempo, la deformación del soporte, del lienzo y de la capa pictórica. La restauración de estos óleos sobre lienzo ha permitido atajar estos problemas.
Los dos grandes óleos sobre lienzo San Mateo y San Juan Evangelista se inscriben en una forma pictórica ovalada, el resto simula una enmarcación dorada terminando en una forma cuadrangular. Ambos evangelistas se representan sentados sobre nubes, escribiendo sobre un gran libro y con sus respectivos símbolos iconográficos, el águila de San Juan y el ángel de San Mateo. Las figuras están concebidas con gran monumentalidad, son corpóreas, enérgicas, realizadas con pincelada audaz y vigorosa, abocetada y expresiva pero con dibujo firme. Es destacable la calidad de ejecución de estas dos pinturas, de las que, además, se conservan apuntes y dibujos preparatorios, lo que permite que puedan ser estudiadas en profundidad.
Eduardo Rosales Gallinas (Madrid 1836 - Madrid 1873) está considerado uno de los mejores pintores españoles del siglo XIX, por su originalidad e independencia frente a la pintura que se realizaba en ese momento.
Comenzó su formación en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando pero pronto se trasladó a Italia, donde concluyó su formación y desarrolló gran parte de su carrera. En Roma realizó numerosos dibujos, bocetos y cuadros. Cuando regresó a España recibió importantes encargos por parte de la aristocracia, fundamentalmente retratos para miembros de la administración y religiosos.
Ya en sus primeras obras es posible apreciar su estilo personal. Aunque en sus primeros años se decantó por un purismo de tipo nazareno, pronto mostró una tendencia hacia un mayor naturalismo realista. El conocimiento de los pintores académicos italianos y franceses, de formas realistas, fue fundamental en su pintura, pero también jugó un papel sustancial la tradición de la pintura de Velázquez. Recibió numerosos encargos de retratos en los que se puede apreciar la plástica e incluso la iconografía velazqueña. Pero destacó sobre todo por sus representaciones de momentos históricos como Doña Isabel la Católica dictando su testamento o Muerte de Lucrecia. En sus últimos años también se interesó por la pintura de paisaje al aire libre.
Obtuvo premios, medallas y reconocimientos en distintas exposiciones nacionales (1864 y 1871) e internacionales (París 1867). Fue propuesto como primer director de la recién fundada Academia de España en Roma, aunque no llegó a ocupar el cargo que no llegó al fallecer en 1873.
En sus años finales elaboró grandes composiciones decorativas, entre ellas, el encargo de pintar cuatro lienzos representando a los evangelistas para ser colocados en las pechinas de la cúpula de la iglesia de Santo Tomás en Madrid. Realizó las pinturas de San Mateo y San Juan Evangelista, actualmente en la catedral de Santa María la Real de la Almudena, pero su fallecimiento le impidió llevar a término las otras dos dedicadas a San Lucas y San Marcos. Sin embargo, se conservan diversos estudios y apuntes preparatorios de todos ellos en colecciones particulares y en el Museo Nacional de El Prado, realizados a lápiz sobre papel. El mismo Rosales, en una carta dirigida a su amigo Gabriel Maureta en agosto de 1872, comentó sobre este encargo que “…. Son de partido para hacer algo grandioso…. Vez y media el tamaño natural, y, aunque van muy altos, haciéndolos muy vigorosos de claroscuro creo que no pasarán desapercibidos…. ¡Buenos figurones podrían hacerse, acordándose un poquito de la Sixtina!.
Completó el encargo Francisco Sans Cabot, si bien los cuadros de San Lucas y San Marcos que realizó este último se encuentran actualmente en la catedral de Jaén.
Restauración
Antes de comenzar el proceso de restauración los soportes de ambos lienzos, de gran tamaño, se encontraban destensados y deformados, lo que perjudicaba a la película pictórica. Además, el estrato pictórico estaba sucio y presentaba barnices oxidados que oscurecían el conjunto impidiendo su correcta apreciación. Algunas zonas se encontraban craqueladas, y se habían producido levantamientos, e incluso, alguna pérdida.
Por otra parte, Las pinturas habían sido intervenidas anteriormente. Mostraba una limpieza irregular y algunas pérdidas habían sido reintegradas pero sin nivelarlas previamente, cubriendo parte de policromía original.
Para solventar estas deficiencias el proceso de restauración comenzó con la eliminación del polvo suelto en superficie con aspirado suave y con brochas, en anverso y reverso. Después se realizaron pruebas de compactación y solubilidad para poder determinar el tipo de disolventes y productos a utilizar.
Una vez desmontados los lienzos de los bastidores se procedió a la colocación de un nuevo soporte inerte para aportar planitud y estabilidad a los lienzos. A continuación se fijó la policromía en las zonas con levantamientos y pérdida de adhesión.
Después se llevó a cabo una limpieza química por disolución para eliminar barnices oxidados y suciedad de tipo graso adherida, así como repintes y retoques.
Finalizada la limpieza se saturó la película pictórica devolviéndole el valor cromático original.
A continuación se nivelaron las pérdidas de pintura para proceder a la reintegración cromática, con criterio imitativo pero diferenciable a corta distancia.
Finalmente, como protección final se barnizó la pintura con resina sintética.
En lo que al marco se refiere, se llevó a cabo una consolidación estructural, sellando zonas abiertas y reponiendo pequeñas pérdidas con una resina sintética. Después se procedió a efectuar una limpieza química para eliminar protecciones oxidadas y repintes de purpurina. A continuación reintegraron las pérdidas con oro fino apreciable a corta distancia mediante punteado o tramado suave con colores al barniz. Finalmente se barnizó toda la moldura como medida de protección.