Parroquia de San Pedro Mártir Dominicos Fisac
San Pedro Mártir de los Padres Dominicos
Convento, Teologado e Iglesia de San Pedro Mártir de los Padres Dominicos
San Pedro Mártir de los Padres Dominicos

Convento, Teologado e Iglesia de San Pedro Mártir de los Padres Dominicos en Madrid

El Convento, Teologado e Iglesia de San Pedro Mártir de los Padres Dominicos fue declarado Bien de Interés Cultural el día 4 de febrero de 2020.

Este conjunto arquitectónico es una obra destacada del arquitecto Miguel Fisac en su producción arquitectónica. Se trata de un ejemplo de arquitectura integrada como obra de arte total, que marca un punto de inflexión dentro de su trayectoria y que reúne todos los rasgos definitorios de la arquitectura eclesial característica de Fisac, preservándose adecuadamente en la actualidad la concepción arquitectónica del proyecto original.

 

Texto, Convento, Teologado e Iglesia de San Pedro Mártir de los Padres Dominicos

Tras atravesar una crisis durante los siglos XVIII y XIX, la orden religiosa de los Padres Dominicos fue objeto en el siglo XX de un período de restauración en el que recupera su antiguo esplendor, dedicándose al estudio teológico y filosófico, a las misiones y a la enseñanza e investigaciones científicas, e influyendo decisivamente en el Concilio Vaticano II. Debido a las numerosas congregaciones religiosas que existían en España a mediados del siglo XX, la Orden estimó oportuno trasladar el Convento de Santo Tomás de Ávila, sede del Estudio General de La Provincia en el que se cursaban los estudios de Filosofía y Teología, a un complejo en el que se pudiese ubicar adecuadamente a los religiosos.

La Orden de los Dominicos encargó varios proyectos al arquitecto Miguel Fisac Serna (Daimiel, 1913-Madrid, 2006), en los que concibió algunas de sus obras religiosas más notables. La relación de Fisac con los Padres Dominicos le proporcionó, en primer lugar, el encargo de Arcas Reales de Valladolid en 1952, obra precedente a la que nos ocupa y que tendrá una vinculación a nivel estilístico con la misma. Debido al éxito de esta primera obra, Fisac recibe un segundo encargo en 1955 para proyectar el complejo de convento y estudiantado de los Dominicos en Madrid.

El terreno elegido para la construcción del conjunto, que aspiraba a ser el más importante de la Orden en España, era una finca propiedad de la misma en Madrid, en el km 7 de la carretera de Alcobendas. El emplazamiento era por aquel entonces un descampado alejado de la ciudad, y en el solar se erigiría un conjunto compuesto por iglesia para fieles y coristas, dependencias para las celdas de coristas, padres jóvenes y padres profesores, estancias de estudio y usos complementarios, y refectorio y enfermería dispensados por monjas que contarían con un pequeño pabellón propio.

La redacción del proyecto por parte de Fisac se produce en 1955 y, en el mes de julio del mismo año, se colocaría la primera piedra de la Iglesia de San Pedro Mártir, prolongándose la construcción entre 1955 y 1960. No obstante, su inauguración se produjo en el mes de octubre de 1958, con el traslado de 162 frailes del Convento de Santo Tomás de Ávila.

El proyecto del Teologado de los Padres Dominicos e Iglesia de San Pedro Mártir se convirtió en una referencia arquitectónica con la que se comenzó a conocer la arquitectura de Fisac en círculos no especializados. Debido a su riqueza artística, esta obra atrajo a numerosos fieles a la celebración de misas conventuales cantadas en gregoriano y a estudiantes de Arquitectura con sus maestros para tomar nota de detalles artísticos y arquitectónicos, tanto de la iglesia como del convento.

Vista de la torre-campanario, Arquitectura, año 2, número 17, mayo 1960, Biblioteca COAM

La obra de Miguel Fisac es trascendental por sus aportaciones a la historia de la arquitectura española. Consideraba que la concepción de un templo católico exigía unas peculiaridades específicas y, siguiendo la línea de su idea de arquitectura como «trozo de aire humanizado», estimaba que las iglesias debían acoger o moldear un «trozo de aire sagrado» que reconectase al usuario con el misterio de lo divino. La belleza del espacio debía emanar de la propia arquitectura, no de los elementos superpuestos a la misma, de forma que el empleo de la luz, la forma y el color resultaban fundamentales en su concepción.

Considerado como uno de los grandes maestros de la arquitectura española del siglo XX, Fisac se caracterizó por un espíritu humanista, innovador y rupturista. A partir de la década de los 90 se multiplicaron los honores y reconocimientos públicos, nacionales e internacionales, recibiendo, finalmente, el Premio Nacional de Arquitectura en 2003.

Extracto del libro: 10/XX. ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA PROTEGIDA en la Comunidad de Madrid

Esta obra se considera clave en la producción arquitectónica de Miguel Fisac, puesto que se engloba en un periodo de avance formal en el que plantea una relectura de la tradición, una concepción de la arquitectura como integradora de las artes y el dinamismo aplicado al espacio interior que tiene su origen en sus viajes a los países nórdicos. Como arquitecto preocupado por el lugar, la técnica y la funcionalidad, Fisac trasladó a su arquitectura el humanismo que trataba de aplicar a su propia vida personal. Creador heterodoxo y visionario, su obra se caracterizaría por la sinceridad constructiva, la expresividad de la arquitectura desde su misma esencia y la investigación tecnológica y formal, a través de su predilección por el empleo del hormigón y el ladrillo.

En el conjunto dominico madrileño, la distribución de los distintos elementos principales del proyecto viene configurada por su programa de usos en origen: la iglesia –para el rezo–, los pabellones de padres dominicos y coristas –para la enseñanza, con espacios para celdas en los pisos superiores, y aulas y otros servicios complementarios al estudio en las inferiores–, y la zona de refectorio –la intendencia del convento, atendida por monjas que contaban con su propio módulo– y otros espacios complementarios para ocio y esparcimiento.

La pendiente del emplazamiento hacia el arroyo de Valdebebas definió la disposición de los diferentes elementos que componen el conjunto, condicionados a la topografía. La orientación general se dispuso siguiendo una dirección noroeste-sureste siguiendo el eje perpendicular a la carretera de Alcobendas, en tres franjas principales de pabellones que varían su altura entre dos, tres y cuatro plantas, dependiendo de su posición y del descenso de la pendiente natural. La organización de los pabellones se articuló de acuerdo a las necesidades de los tres grupos que iban a convivir en el conjunto, garantizando tanto

la división jerárquica como las necesarias condiciones de aislamiento o independencia de los distintos grupos, así como la facilidad de desplazamiento entre los espacios.

La iglesia destaca como el edificio principal, derivando su forma de la adaptación espacial a un programa específico como iglesia conventual para un coro de 300 frailes, pero también como iglesia pública con un área para 700 fieles sentados. De la distribución lógica en planta de estos dos grupos de usuarios surgen dos categorías que deben disponerse alrededor del altar, asumiendo los religiosos una situación noble, mientras que los fieles han de ubicarse en posición cercana al acceso público.

Por tanto, el altar, como elemento principal del espacio al que se dirige la atención, debe ocupar una posición intermedia central como conciliación de la parte de iglesia conventual para recitar el solemne Oficio Divino, y la parte de iglesia pública para la asistencia de fieles. Surge así en planta un espacio definido por dos ramas de hipérbola que se cierran con dos segmentos circulares, por razones estructurales y de acústica. De la prolongación de una de estas ramas surge el enlace con el conjunto restante.

Por otro lado, la tensión dinámica hacia el altar se resuelve a través del moldeado del espacio mediante los paramentos en ladrillo, caracterizando también el ambiente litúrgico a través de otros dos componentes esenciales en la arquitectura religiosa de Fisac: la luz y la división cromática de los espacios, como materiales de proyecto.

 

Convento, Teologado e Iglesia de San Pedro Mártir de los Padres Dominicos d