El Hospital Gregorio Marañón participa en el desarrollo de una herramienta para predecir el riesgo de trombosis en pacientes con cáncer

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Esta escala, que combina datos clínicos y genómicos, es pionera en el mundo

Los pacientes con cáncer presentan un riesgo elevado de sufrir un evento trombótico que puede empeorar su pronóstico y que supone una de las más importantes causas de mortalidad en estos enfermos. Investigadores del Servicio de Oncología Médica del Hospital Gregorio Marañón, liderados por Andrés Muñoz, han participado en el desarrollo y validación de una nueva herramienta, denominada ONCOTHROMB, que por primera vez combina datos clínicos y genómicos del paciente y que ha mostrado una excelente capacidad predictiva del riesgo de sufrir eventos tromboembólicos venosos por parte de pacientes oncológicos en tratamiento ambulatorio con quimioterapia. En este estudio, que publica la prestigiosa revista 'Journal of Clinical Oncology', participan también investigadores del Grupo de Investigación en Genómica de Enfermedades Complejas del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, liderados por José Manuel Soria, y de la Sección de Trombosis y Cáncer de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

https://www.comunidad.madrid/sites/default/files/doc/sanidad/comu/2023_01_20_dr_andres_munoz_03.jpg1170780médico del hospital gregorio marañón
06 febrero 2023

Uno de cada cinco pacientes con cáncer acaba desarrollando en algún momento una trombosis, especialmente durante los primeros meses del tratamiento. Para reducir este riesgo están disponibles actualmente en el mercado alternativas como la heparina de bajo peso molecular o los nuevos anticoagulantes orales. El reto consiste en conocer qué pacientes son los que se pueden beneficiar realmente de este tratamiento para mejorar su pronóstico y al mismo tiempo evitar al resto de pacientes el riesgo de sufrir hemorragias como consecuencia del tratamiento.

“Esta nueva herramienta de diagnóstico aplica un algoritmo, a partir del análisis de nueve variantes genéticas de los factores de la coagulación que se combina con tres factores de riesgo clínicos clásicos (tipo de tumor, estadio de la enfermedad, y el índice de masa corporal) de cada paciente oncológico. Esto permite identificar a los pacientes con un nivel de riesgo alto, moderado o bajo. Es importante destacar que este estudio es pionero en el mundo en la aplicación de la genética en la medición del riesgo de trombosis en cáncer”, explica Andrés Muñoz, oncólogo del Hospital Gregorio Marañón y coautor del proyecto.

Variantes genéticas nuevas

El estudio analizó datos de 364 pacientes de la cohorte española ONCOTHROMB 12-01. Según detallan los investigadores, los datos clínicos asociados con el riesgo de eventos tromboembólicos venosos se recopilaron en el momento del diagnóstico, incluida la puntuación de Khorana, que es la única escala de la que se disponía hasta ahora para evaluar el riesgo de trombosis en estos pacientes, pero cuyo valor predictivo es muy limitado.

Además, se estudiaron los genotipos para las 51 variantes genéticas que se sabe que están asociadas con trombosis y se realizó una regresión logística multivariante para determinar el peso de cada variable genética y clínica en relación con el riesgo de trombosis. La herramienta se ha validad con una cohorte de pacientes austriacos (Viena-CATS).

Los investigadores pudieron comprobar que nueve variantes genéticas en concreto, además de la localización y estadio del tumor, así como un índice de masa corporal superior a 25 kg/m2 se asociaron con un mayor riesgo de trombosis.

"Con la nueva herramienta que proporciona este estudio se estima que se puede reducir hasta un 70% los casos de trombosis al poder aplicar tratamientos preventivos que evitarán su aparición y por tanto se conseguirá mejorar las complicaciones y la calidad de vida de los pacientes. También hay que señalar que esta complicación es más propia de una serie de cánceres: pulmón, páncreas, estómago, riñón, ovárico, colorrectal y tumor cerebral”, señala Muñoz. 

José Manuel Soria, del Hospital de la Santa Creu i Sant pau, destaca que, según los datos del registro SEOM_REDECAN, durante el 2022 se han producido alrededor de 280.000 nuevos casos de cáncer en España. Además, otro estudio publicado hace unos días en la misma revista reporta que un 10,8% del total de pacientes con cáncer han sufrido un evento tromboembolismo pulmonar.

“En base a estos datos, podemos estimar que alrededor de 30.000 pacientes oncológicos sufrirán un evento tromboembólico y cerca de 2.500 podrían fallecer por esta causa. Esta herramienta podría ayudar a mejorar los resultados de la supervivencia de los pacientes oncológicos al prevenir la trombosis”, enfatiza Soria.

Un binomio fatal

La trombosis es una situación clínica muy relevante en el paciente oncológico. La sola presencia de un tumor ya representa un riesgo añadido de presentar eventos trombóticos, pero cuando estos pacientes además están recibiendo tratamiento con quimioterapia, la probabilidad de trombosis es aún más alta.

Actualmente los oncólogos suelen indicar el tratamiento anticoagulante en aquellos pacientes en los que existen antecedentes de trombosis, ya sea por historia familiar o por haber desarrollado eventos previos.

Una de las grandes ventajas de la escala ONCOTHROMB es que se puede utilizar desde el momento del diagnóstico. “Esta herramienta puede ser especialmente útil cuando el cáncer se diagnostica, ya que desde el punto de vista clínico, la trombosis venosa en un paciente con cáncer tiene un impacto muy negativo sobre la supervivencia y calidad de vida, de ahí, la necesidad de identificar lo antes posible el riesgo de trombosis en el estadio inicial de la enfermedad”, señala Andrés Muñoz.

“Cuando el oncólogo pide una biopsia, una analítica, un PET, un TAC o cualquier otra batería de pruebas diagnósticas, puede solicitar también este score para determinar el riesgo de trombosis. Por lo tanto, cuando comienza a tratar al paciente ya le podría indicar el anticoagulante en caso de necesitarlo. Además, también se ha podido demostrar que esta herramienta predice los eventos trombóticos en estos pacientes a largo plazo, hasta 18 meses, con lo que su capacidad de predicción es mucho más fiable y útil para la práctica clínica”, explica Andrés Muñoz.